Más humillación, por favor

El blog de un cornudo sumiso al que le gusta ser humillado más y mas cada día.

10.11.06

SOMETIENDO A UN MATRIMONIO


SOMETIENDO A UN MATRIMONIO Como fue que fui logrando que una pareja amiga, se convirtiera en mis esclavos.

Toda esta historia me sucedió hace un par de años. En aquella época yo tenía 48 años, estaba, como ahora, casado y tenía por costumbre el tomar una copa, al salir de la oficina, en un pub cercano a la misma donde nos juntábamos bastantes personas que trabajábamos por los alrededores. Era un rato agradable el que pasábamos allí hablando unos con otros y, aunque no era el objetivo principal, también ligando con las colegas que se reunían con nosotros.

Había hecho cierta amistad con Juan que era un hombre de unos 30 años que solía ir por allí. El tenía por costumbre tomarse un par de copas e irse temprano ya que tenía que recoger a su mujer que salía del trabajo una hora y pico después que él.

Cierto día que estábamos charlando Juan y yo, apareció por el bar una chica que se acercó a Juan y le dio un beso en los labios. Juan me la presentó como su mujer Ana. Ella tenía unos 30 años, era morena, con el pelo hasta media espalda, una nariz respingona y unos ojos oscuros preciosos. Era más bien bajita y aunque no medía más de 1,65 cm., tenía un cuerpo fantástico en el que destacaban unos pechos contundentes, su culo respingón y unas magnificas piernas. Vestía elegantemente con un traje de chaqueta rojo con la falda hasta la rodilla de una conocida y cara marca, y unos zapatos bajos a juego.

La velada transcurría muy agradablemente, Ana, aunque tímida al principio, resultó ser una chica simpatiquísima y la conversación era muy fluida. En un momento determinado de la conversación pasó cerca una chica no muy guapa, pero que vestía de una forma bastante provocativa ya que llevaba una blusa muy escotada, una minifalda y unos zapatos de tacón de aguja de unos 12 cm. y yo me quedé mirándola. Entonces Ana me dijo: -Chico, se te van los ojos.

-Sí, la verdad es que me ha gustado. Dije yo.

-Pues no vale nada. – Me contestó.

-Mira- dije – Para mí el físico en una mujer es importante, pero sobre todo lo es el que se vista y haga lo que a mí me agrada. A ver si me explico, tú vistes muy elegantemente, pero vas vestida para agradar a otras mujeres y competir con ellas y en cambio ella se viste para agradar a un hombre, y eso a mí me gusta.

-¡Serás machista! -espetó -No se si será un problema de machismo ni me importa, lo que si sé es que eso es lo que me gusta de una mujer. -Contesté molesto por el insultó.

-Claro, a ti lo que te gustaría es tener una esclava en casa- ella estaba muy enfadada y hablaba muy alto.

-¡¡¡Venga, venga!!! Dejarlo ya.- intervino Juan para ver si tranquilizaba las cosas.

-Tú cállate y pídeme un cubalibre- Le corté- y si- continué mirando otra vez a Ana- me gustan las mujeres sumisas a las que les importan mis gustos para intentar agradarme.
-Y si no hacen lo que ordenas ¿Qué haces? ¿Las castigas? – dijo ella con una sonrisa cínica en su cara.

-Pues mira, si ese es el acuerdo al que he llegado con mi pareja, sí y además te informo que es el acuerdo al que prefiero llegar con mis parejas, y eso es lo que a lo mejor tu necesitas - contesté para provocarla y enfadarla ya que me había ido irritando cada vez más.

En ese punto volvió Juan y el tema se quedó en el aire. La verdad es que yo siempre había fantaseado con la dominación, pero hasta el momento solo había tenido una experiencia y fue cuando tenía 25 años y desde que me casé no había vuelto a practicarlo aunque seguía fantaseando con el tema y me hubiera gustado continuar la conversación para ver a donde iba a parar. Terminamos las copas y nos fuimos y aunque el ambiente entre nosotros estaba algo tenso nos despedimos con bromas y comentando que volveríamos a vernos. Coincidí con Juan 2 veces en esa semana y manifestó su desagrado porque Ana y yo no habíamos congeniado a lo que yo le respondí que eso no era así que a mí Ana me había caído muy bien, pero que teníamos diferentes criterios sobre la pareja y que eso no significaba nada.

-Eso es lo que me dice ella, pero me hubiera gustado que os llevarais mejor- me contestó

Al cabo de 3 días volvió a aparecer

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Ana y eso me extrañó ya que no la había visto nunca y de repente 2 veces seguidas era cuando menos sorprendente. Esta vez venía un poco más sexy que la otra vez. Vestía un jersey escotado y muy ceñido al cuerpo que marcaba sus magníficos pechos, una falda por encima de las rodillas y unas sandalias de tacón con una cinta que se ataba dando vueltas a la pierna. Nos saludamos calurosamente, nos miramos sonrientes a los ojos, tanto ella como yo supimos que el segundo round del combate iba a comenzar y los dos estábamos dispuestos a ello. La conversación comenzó tranquila, pero al poco tiempo ella dijo: -Parece mentira que un macho dominante como tú tenga esos problemas en el trabajo… -A mí solo me gusta la sumisión en las relaciones personales en el trabajo me gusta el diálogo y el equipo y ahí no distingo entre hombres y mujeres, somos todos profesiones.

-¿En las relaciones personales? ¿Qué pasa? ¿Qué cuando estás tomando una copa con mi marido y charlando le obligas a que te la chupe? -Eso solo lo hago cuando le he obligado a que se vista de mujer y se convierta en una puta.

Los dos dejamos de mirarnos a los ojos y nos volvimos hacia Juan. El estaba totalmente enrojecido y nos miraba con cara de sorprendido y humillado. Ella dijo: -Te advierto que una vez lo hicimos y quedó estupendamente.

-¡¡¡Ana!!! Exclamó Juan -¡Cállate y déjale que cuente! Dije yo -¿O sea que mi marido travestido te da morbo? No me lo puedo creer se rió Ana

Yo miré a Juan y me fijé por primera vez en él como objeto sexual. La verdad es que era rubito, barbilampiño, con la cara redonda y un poco afeminada. Me lo imaginé con una peluca y pensé que podría ser una bonita chica. Nunca me habían interesado los travestís, pero ya se sabe que no hay que decir nunca de esta agua no beberé.

-Venga cuenta como se travistió.

-Fue en Carnavales, teníamos que ir a una fiesta de disfraces y él se disfrazó de chica, pero de una forma muy zafia y entonces yo le dije que si lo hacía lo tenía que hacer bien y yo le vestí como lo hacemos las mujeres para las fiestas, muy sexy, maquillada…. Y el resultado fue espectacular. Además él se lo tomó muy en serio. Al volver fue fantástico, él o ella o como sea estaba excitadísimo… -¡¡¡Ana!!! ¡¡¡Por favor!!! Protestó Juan.

-Cállate ya putita – dije yo sin pensar lo que decía. La verdad es que creí que me había pasado varios pueblos y cuando iba a disculparme vi como Juan bajaba la mirada y asumía mi insulto y aceptaba la humillación. Me quedé pensativo y dirigí mi mirada hacia su entrepierna y observé que estaba excitado.

No sabía si seguir con el tema o no. Había empezado a coquetear con Ana y me había encontrado con Juan entregado. A mí la que me interesaba era Ana, pero me excitó pensar en ella entregada con su marido. Hasta aquel momento yo no tenía ninguna intención realmente sexual con ellos, pero mi excitación me hizo seguir.

-En vez de protestar - le dije a Juan – cuéntame tú algo de ella.

-¡¡¡Juan!!! ¡¡¡Ni se te ocurra!!! – Chilló Ana.
Juan miraba a Ana sin saber que hacer y yo le agarré la mandíbula y le volví la cara hacia mí y le puse el dedo pulgar sobre su boca y miré a Juan directamente a los ojos y le dije: -Continúa con lo que ibas a contar.

Mientras me miraba a los ojos abrió la boca y se introdujo mi dedo en la boca y cerró los ojos. Yo retiré mi mano totalmente alucinado de todo lo que estaba pasando (menos mal que estábamos en un rincón discretísimo del local y nadie se percataba de lo que ocurría).

-Fue hace unos años, habíamos estado tomando unas copas y bailando con unos amigos y cuando íbamos para casa Ana se dio cuenta que no llevaba tabaco, por lo que paramos en un pub que estaba abierto. Como teníamos que pedirlo en la barra decidimos tomar la última aunque ya habíamos pasado nuestro límite. Pedimos y estábamos tomando la copa cuando apareció una pareja compuesta por un señor muy elegante con traje y fulard y una señora vestida con un traje cortísimo de cuero con unos zapatos de tacón de aguja y muy altos y una correa de perro en el cuello y se pusieron cerca nuestra a la vista de Ana. Había bastante gente y no podían acercarse a la barra, Ana, que estaba bastante bebida, no dejaba de mirarlos con cara embobada y de repente la chi
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ca se acercó a nosotros y le dijo a Ana que de parte de su amo que le pidiera un whisky, que lo pagara y se lo llevara. Ana y yo miramos al amo y él mirándole a Ana le hizo una seña de asentimiento y Ana se giró y pidió la copa. Cuando se la sirvieron, pagó, se levantó y se acercó muy seria al señor. Le entregó la copa, él le dijo algo y ella se agachó haciendo como que se le había perdido algo, pero yo vi entre la gente como se arrodillaba y besaba los pies no solo de él sino también de ella y se levantaba, miré a ver si alguien se había dado cuenta, pero gracias a Dios nadie miraba. Cuando estuvo de pie el señor le dijo algo al oído mientras me miraba y asegurándose de que yo le veía cogió el pezón de Ana, se lo retorció con fuerza y la mando a donde yo estaba. Cuando llegó me dijo que nos fuéramos y nos fuimos a casa sin comentar nada sobre lo que había pasado y al llegar a casa hicimos el amor como no lo habíamos hecho nunca. Ella me pedía que le insultase y le pegase y yo lo hice, pero no me gustó demasiado y desde entonces no hemos vuelto a hablar de lo que pasó hasta hoy.

Mientras contaba esta historia yo miraba a Ana y ella enrojecía segundo a segundo. Al terminar dijo en voz baja: -Eres un cerdoY levantándose se fue hacia los servicios. Yo la llamé y al volver le agarré cariñosamente de la mano, se la besé y mirándole a los ojos le dije: -Haz lo que tengas que hacer, pero cuando vuelvas hazlo sin bragas ni sujetadorEstuvo fuera veinte minutos. Yo empezaba a pensar que Ana se había ido y me parecía de lo más normal, aquello se nos había ido de las manos. A Juan le pedí que me trajera otro trago y seguimos hablando de cosas intranscendentes. Cuando llegó Ana miré hacia sus pechos y pude ver sus pezones erectos marcados en su jersey y me dio un vuelco el corazón.

-¿Lo has hecho? –Le preguntéElla afirmó con la cabeza, -No te oigo – dije yo un poco más alto -Si. Me he quitado las bragas y el sujetador -Dámelos – le ordené

Ella metió una mano en el bolso y me las dio. Las prendas eran de seda negra, el sujetador tapaba medio seno y debía dejar los pezones medio a la vista y la braga era tipo tanga y estaba muy húmeda. Las cogí y se las di a Juan diciéndole: -Vete al baño y póntelos El me miró a los ojos, la miró a Ana que bajó la mirada y se levantó. Cuando nos quedamos solos le dije a Ana: -¿Quieres seguir con esto? -Sí - me contestó con la mirada baja -Mírame – le inquiríElla me miró y me sonrió – Si mi Amo quiero que seamos suyos, estaba deseando encontrar a alguien al que entregarme totalmente y el hacerlo con Juan todavía me excita más.

-Por cierto ¿Qué te dijo el señor al oído? – Le pregunté recordando el relato que me había hecho Juan.
Ella sonrió y dijo: Quería que fuera a ese bar 2 días después para entregarme a él, pero no quería romper mi matrimonio y no acudí a la cita.

Juan volvió con la cara de color rojo vivo, debía creer que todo el mundo se había dado cuenta de que llevaba el sujetador y el tanga. Cuando se sentó les dije a los dos: -Os he hecho poneros así para que entendáis que es lo que quiero de vosotros. Quiero que Ana esté siempre a mi disposición, hará lo que yo le ordene, se vestirá como yo le diga, es decir, como una esclava fetichista, látex, cuero, minis, tacones etc. Su entrega será total, pero no os preocupéis porque yo iré exigiéndole las cosas poco a poco y salvaguardando siempre vuestra intimidad para que nadie sepa de que va esto, y por supuesto en el momento en que queráis esto se termina. Eso si, si desobedecéis o hacéis mal las cosas habrá un castigo y con respecto a Juan a partir de ahora pasa a ser Juana la criada de Ana, hará lo que le diga yo, pero también tendrá que obedecer a Ana, la cual también le podrá castigar. Nada más entrar en casa se convertirá en una puta como su Ama. Ana le educará en el proceso de feminización y le enseñará todos los trucos de mujer. Tendrá que depilarse, maquillarse, cambiar de voz, y todo lo que le exija el comportarse como una puta. Os queda prohibido en mirar ni fantasear con ningún hombre. Con las mujeres podéis, pero tenéis que decírmelo. Tenéis cinco días para prepararlo todo y el lunes por la noche iré a vuestra casa a tomar posesión de lo que me pertenece: un par de esclavas

Continuará...

Si te ha gustado el relato escríbeme.

Autor: Luis47 luis4718 (arroba) hotmail.com

2 Comments:

  • At 8:06 p. m., Blogger coco said…

    hala, hace un tiempo que estoy navegando en la wed, con este tipo de historia, me parecio interesante, me gustaria recibir materia de este tipo o que me informen algun sitio para acceder.-
    Desde ya muchas gracias.-

     
  • At 2:30 a. m., Anonymous Anónimo said…

    como desnuda al hombre de su masculinidad y maneras machistase

    pregunto si podría encontrar a alguien que tenga tiempo para responder a una pregunta concerniente a la relación con mi marido creo que sería de ayuda que contase brevemente la historia mi marido y yo disfrutamos de un matrimonio feliz y cada uno considera al otro como su mejor amigo lo cual es muy importante el siempre ha sido sumiso desde que nos casamos hace 23 años el sabía que yo soy dominante pero quiero
    poder convertirlo en un esclavo 24 horas al día, 7 días a la semana completamente sumiso que puedo hacer para comprobar que el se someteria a mis ordenes y si pasa el tes cuales son los Conejos que me pueden dar para humillarlo que puedo hacerle para destruir su machismo por completo yusarlo a mi antojo

     

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